Un Duelo entre la Desaparición y la Ausencia  

Una mirada a la realidad lacerante e inquietante que se vive en MÉXICO.  

Una confrontación obligada al sistema de creencias y valores. Un desafío a la capacidad de resiliencia. Una afrenta al reconocimiento de una emergencia pública catastrófica. Un levantamiento de protesta que busca un mejor porvenir social. 

El sostén de un estandarte que promueve el activismo autónomo, objetivo y enérgico. Un respaldo inequívoco a la emancipación y al empoderamiento de aquellos grupos que han sido sistemáticamente vulnerados, marginados y desestimados.  

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Días y noches en vela. 

Búsquedas imparables por doquier. 

Rastros sepultados, sombras siniestras que ocultan la verdad atroz. 

Toneladas de preguntas, predicamentos y contradicciones que no encuentran un cauce de desfogue.  

Víctimas de desapariciones forzadas, víctimas de un sistema opresor, víctimas de la perversión del crimen organizado, víctimas de género, víctimas de un odio irracional, víctimas de un entorno violento, víctimas de la impunidad y la insolencia, víctimas de los vicios jurídicos, víctimas transgredidas por la colusión del poder, víctimas de un mundo incapaz de contenerse en su propia camisa de fuerza, víctimas de un estado fallido, víctimas —al fin y al cabo— de una sociedad atrapada en el caos de una descomposición doblegada por el entredicho del deber y el ser.   

Sueños quebrantados, promesas sin cumplir, libertades coartadas, esperanzas aplastadas, futuros desolados. 

Familias flageladas por la desesperación, la angustia y la zozobra. Vínculos fracturados por el lastre de la incertidumbre. 

Calvarios interminables de sufrimiento y llanto. 

“Impartidores de justicia” hostiles e insensibles. Sistemas de “investigación criminalística” débiles. Sistemas de “inteligencia policial” deficientes. Una plaga infestada de ineptitud. Extensiones abominables de un “poder público” desacomedido e ineficaz.  

Un duelo que carcome a pedazos el alma. Un alivio emocional que jamás se cristalizará. Una paz disuelta también en el extravío.  

Arterias, vías, avenidas y espacios urbanos ataviados de luto por la sangre derramada, la agravante del secuestro perpetrado y la traumática privación de la libertad. 

Niveles de tolerancia agotados. Días, meses y años de espera sofocantes e insoportables. 

Expectativas minadas. Pronósticos aventurados cada vez menos promisorios. Cálculos de retorno cada vez extemporáneos, acorralados por la improbabilidad que nutre a la desilusión. 

Protestas y reclamos infructuosos. Voces y gritos desatendidos por la negligencia y la omisión de un sistema político que se exhibe cobarde, y que esconde el rostro ante la declaración patente de una emergencia pública. 

Urgencias que pese haberse ingresado al área de terapia intensiva, van asfixiándose lentamente ante la negativa del suministro de oxígeno. Un acto de estrangulación al sentido de supervivencia.  

Ausencias irreparables e irremplazables. Vidas truncadas de forma prematura. Ausencias que, a pesar del tiempo transcurrido, nunca logran suprimirse de la memoria. Lazos sentimentales desgarrados, inelegibles a la prueba del antídoto para el olvido.  

Una práctica de fe rota e inservible. La confianza sujeta a un estadío de diagnóstico terminal. Un espíritu abatido por la carencia de respuestas. 

Acciones de prevención maltrechas, argumentos desprovistos de razón, justificaciones cargadas de manipulación, decisiones “correctivas” improvisadas, discursos políticos inútiles.     

Escasez alarmante de soluciones. Una falta pavorosa de voluntades para erradicar o frenar el escalamiento de tan problemático descontrol. Un crimen de lesa humanidad del que, se insta con carácter de urgente, abatir de fondo sus causas raíces.  

Un estallido de hartazgo social que debe clamar por la conservación de las libertades; el esclarecimiento de los hechos; la persecución de los actos delictivos; la protección de las garantías individuales, la ejecución eficaz y expedita de la justicia; la integridad y la salvaguarda de las vidas. 

Una demanda colectiva incesante para convivir en un refugio sano, equilibrado y pacífico. 

Una sacudida a las emociones que debe mantener a la sociedad en una postura constante de alerta, controversia, crítica, reflexión, sobresalto, indignación, inconformismo y pro acción. 

Un reclamo al unísono, un clamor valeroso que resuene en cada rincón geográfico; una apelación innegociable por la prevención, la seguridad y la impartición REAL de la justicia pública, y una exigencia incontenible que ponga de manifiesto el repudio contra la violencia de cualquier índole. 

¡Ninguna víctima más. 

Desarticulemos la impunidad. 

Sumémonos al ya basta. 

Liberemos la indignación contenida. 

Ninguna otra desaparición.  

Ninguna otra ausencia! 

Publicado por @lilianaggarrido_author

Escritora creativa y apasionada del arte en todas sus expresiones. Libros: "LOS GRISWOOD", "¿ERES FELIZ O FINGES SERLO?... "MÁS LIBROS POR PUBLICAR. ¡ESPÉRALOS!" Únete a mí en este maravilloso viaje. Eres bienvenido a contribuir con tu creatividad, ideas, comentarios y mucho más. Un abrazo, Liliana G. Garrido Autora

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